domingo, 23 de febrero de 2014

CUALTOS: "El sueño de todo arquitecto"


Es el sueño convertido en realidad del Arq. Fernando González Gortázar, que disfrutó de irrestricta libertad para el diseño y fondos suficientes para su ejecución. No escatimó la fantasía en pormenores puramente ornamentales, y nadie se arredró ante los gastos.  Un muro enchapado en azulejos de Talavera serpentea sinuoso de Oriente a Poniente, dividiendo nada o separando nada, en un alarde ornamental de triángulos contrapuestos, blancos y azules, que se pierden en la lejanía de una perspectiva visual, que semejando las escamas del cuerpo curvilíneo de una serpiente, no tiene más encomienda que embellecer, trazando de paso un paréntesis virtual, que más que separar, integra las aulas con el campo.



Un larguísimo corredor panorámico ondula y serpentea también por los senderos con la plasticidad del concreto, para desembocar de pronto en un alarde de bóvedas catalanas cuya paternidad no desdeñaría el mismísimo Gaudí, el arquitecto barcelonés de la Sagrada Familia y el Parque Güel. Los estudiantes conocen este paraje como “El Gusanito”, pero “La Oruga” sería más adecuada, porque éstas se convierten en crisálidas de donde emergen las mariposas, como una venturosa similitud con el estudiante universitario, que se transforma en las aulas para emprender el vuelo a las elevadas regiones del conocimiento.
Saliendo del gusanito, un nodo de escalinatas, más que subir y bajar comunicando los diferentes niveles, hacen juego de luces con sus sombras proyectadas, como una reminiscencia de aquel gran arquitecto Luis Barragán, que calculaba sus luces y sus sombras con la minuciosidad estudiada de un artífice de la pintura, y que heredó a sus discípulos la pasión por la luminosidad natural de sus colores.

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